CASTILLA TERMAL, MONASTERIO DE VALBUENA

Hace mucho tiempo que no me paso por aquí, pero mi marido y yo nos hemos escapado este fin de semana sin los niños, y tengo que contaros todos los detalles para que vayáis si podéis, ¡menuda maravilla!

Tuvimos la suerte de que mis suegros nos regalaron este año un fin de semana en el Monasterio de Valbuena, con todo incluido: estancia, desayuno, una cena/comida, un masaje, acceso al spa y visita a una bodega. ¡Un regalazo que teníamos que aprovechar!

Conseguimos dejar a los niños con los abuelos y nos escapamos.

El Monasterio se encuentra en un pueblo de Valladolid llamado San Bernardo, en pleno corazón de la Ribera del Duero. Es uno de los monasterios Cistercienses mejor conservados de Europa y data del s.XII.

Se convirtió en un complejo turístico 5 estrella que consta de 79 habitaciones y una zona de balneario que ocupa 2.000 metros cuadrados.

El entorno es precioso, y el hotel una auténtica maravilla. El destino perfecto para ir en pareja, o una escapada con amigas con las que relajarse y disfrutar.

En nuestro caso, llegamos el viernes por la noche, y como sólo íbamos a estar el fin de semana, quisimos llevarlo todo muy organizado para aprovechar al máximo.

El viernes cenamos en el hotel, en su maravilloso restaurante Converso. Ofrecen una cuidada selección de platos con productos de la zona y de buenísima calidad.

Al día siguiente, tras disfrutar del increíble buffet del desayuno, teníamos una cita para un masaje relajante en el spa del hotel, para luego continuar con la visita a la piscina termal. ¡La mañana allí fue una gozada!

Una vez relajados tras nuestra visita al balneario, fuimos de excursión a Peñafiel. Nos habían recomendado un restaurante que se llama Molino de Palacios, pero estaba lleno, así que fuimos a otro muy conocido también llamado Asador Mauro. El restaurante era muy normal y rústico, perfecto para familias, y comimos de lujo (croquetas, lechazo y ensalada).

Para visitar en Peñafiel, os recomiendo el Castillo. Cogimos la visita guiada, que dura unos 40mins aproximadamente y cuesta unos 6€, con entrada al museo del vino incluída. Nos gustó mucho el castillo, nos pareció que merecía la pena realizar la visita (eso sí, si llueve no vayáis, porque lo más bonito está al aire libre).

Más tarde dimos un paseo por el pueblo y volvimos al hotel a descansar y a cenar. Esta vez probamos el restaurante «La bodega de los monjes», donde también cenamos fenomenal.

Al día siguiente, teníamos programada la visita a la finca Villacreces, para conocer su bodega. Nos encantó el entorno. Unas instalaciones preciosas rodeadas por el río Duero. La visita a la bodega duró una hora con una guía encantadora, Vanessa, y en la que disfrutamos muchísimo viendo el proceso de elaboración del vino, que siempre me ha impactado mucho. Más tarde seguimos con una cata en la que probamos ambos vinos de allí, junto con un picoteo. ¡Recomiendo 100% esta visita!

En los meses desde Marzo a Octubre, realizan una «visita sobre ruedas» para dos personas. En la que vais en bici bordeando toda la finca para disfrutar posteriormente de un pic nic. ¡Me parece un planazo!

Tras la cata, tuvimos que terminar nuestro viaje y volver a Madrid.

Fue una maravilla de escapada, disfrutamos muchísimo y conocimos otra de las maravillas de nuestro país. ¡Ojalá podamos volver algún día!

Espero que os guste 🙂

P.D: Muy cerquita de aquí, se encuentra otra maravilla de hotel, Abadía de Retuerta. Fuimos cuando yo estaba embarazada de Felipe, y también es otro destino que recomiendo visitar.

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